Este post es la continuación de "Echándole una visita a Osama Bin Laden", el cual escribí cuando me encontraba allí, pero ahora quisiera mostrar cómo fue nuestra ruta Muzaffarab-Abottabad.
Aquí vemos el arduo trabajo de las cosechas, esos pobres cuerpos castigados que muestran las secuelas de las largas horas de entrega al campo.
Cómo ya se habrán dado cuenta, me aficioné a esas fotos robadas de rostros que no quieren ser vistos, adornados por ojos que lo quieren ver todo.
Tuvimos también la oportunidad de adelantar a un coche nupcial, el día más importante de toda la historia de las dos personas que viajaban dentro. Porque en Paquistán, desde el día que naces, ya se está planeando tu "gran día".
Y la típica tienda de alfarería al borde del camino que no falte tampoco, dando un toque de lo más pintoresco al paisaje.
Cuando el viento levanta la polvareda del camino, los colores se difuminan, pero las formas quedan para alegrar al visitante.
En estas zonas de montañas altas que casi tocan el cielo, hasta las nubes tienen más fuerza y poderío.
Por su parte, las ovejas generan estos "culitos" de pura grasa que dan lugar al auténtico "lamb tikka" paquistaní ñam ñam; que por cierto resultó ser otro descubrimiento: en Londres nos engañan con el concepto tikka jajaja.
Continuamos con algunos momentos de gran belleza para mí por su naturalidad y cotidianedad:
Y finalmente llegamos a esa ciudad que los medios internacionales sacaron de su anonimato no por méritos propios, lamentablemente.
All is well, porque como decían por ahí, la felicidad es una forma de vida :)
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