El camino a esa zona inexplorada llamada Kallar Kahar me dio una extraña sensación de estar sentada en el sillón viendo en la tele uno de esos documentales de la 2 de zonas remotas. Su realidad me resultaba tan lejana y tan "irreal" que no me parecía verdad que yo mismamente estuviera allí formando parte de ello.
La vida se vive muy despacio y acompañando el camino incansable del sol, desde muy temprano en la mañana, a las 5 o 6 am, hasta la puesta de sol, cuando todos se van a dormir. El acceso a la electricidad es relativamente limitado y las nuevas tecnologías escasas, por lo que no hay motivos para intentar alargar el día en las horas nocturnas.
La vida se vive en comunidad, para nada hay concepto de individualidad o de cerrar la casa a los vecinos. Las diferentes generaciones comparten su día a día intensamente y el respecto hacía la sabiduría que concede la experiencia y la edad es abrumadora.
Así mismo, en esta zona del Punjab, acudir al "super" se transforma en una visita a una de estas tiendas amigas cerca de casa. Y no se vayan a creer que todo son productos locales, aquí también han llegado las grandes multinacionales como Coca-Cola o Nestle.
Actualmente y, probablemente por los próximos 20 años, toda la zona está afectada por los trabajos para construir una carretera en condiciones, ya que por el momento sólo existe un "camino de cabras". Se está ensanchando la vía, por lo que las casas están siendo demolidas parcialmente para abrir espacio. Esta situación añade cierto aspecto post-guerra a la visión, ya que parece que no quedara vida allí.
Pero sí que hay vida, solo hay que fijarse en sus tiendas, donde los hombres pasan las horas observando el poco movimiento que sucede al borde del camino.
Los trabajos de la nueva carretera obligan a muchos obreros itinerantes a vivir en tiendas durante años, acompañando el avance de las obras.
Como no podía ser de otra manera, el contraste siempre está listo para sorprenderte si miras en la dirección adecuada:
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